Hace ya algo más de tres años que descubrí una ciudad al borde del Mediterráneo y a la que he vuelto reiteradamente desde entonces: Tarragona.
He vuelto de trabajo y de ocio. Sólo y acompañado, De cañas, de vinos y de vermouts. En coche propio, en coche ajeno y en AVE. Entre romanos y entre turistas. Entre el azul del Mediterráneo y el blanco de las piedras milenarias. Entre todo esto también es mi refugio. El Mediterráneo es mi refugio.
En otros post de este blog he destacado el Festival Tarraco Viva, el circo romano, el anfiteatro y sus gladiadores. La luz y la eterna primavera de la que se disfruta en esta ciudad. Pero también es momento de destacar a las personas.
Si de estos viajes a Tarragona me quedo con algo, es con las personas. Con las personas que te reciben en la ciudad y que me hacen sentir como en mi propia casa. Con las personas con las que comparto viajes y estancias, algunas ya conocidas de antes con las que se compartieron momentos únicos y otras que suponen un descubrimiento y una relación que continúa después de Tarragona. Personas que te las encuentras y te saludan aunque no estés “de servicio”. Personas que con un tweet te reservan una mesa para cenar.
En definitiva: personas. Porque las ciudades las hacen las personas, los destinos los venden las personas, detrás del 2.0 estamos personas. Tomando una frase que hace pocos días le leí a Juan Boronat: El destino turístico debe entrar por los ojos y alojarse en el corazón.
Y en todas mis visitas, siempre he descubierto algo nuevo: una recreación romana novedosa, una visita diurna a la Tarragona romana y una visión nocturna entre esas piedras milenarias, un restaurante que tiene un toque especial, una terraza donde tomar algo en buena compañía. Me impresiona desde el primer viaje el carácter didáctico que le imprimen a sus espectáculos huyendo en todo momento de banalidades facilonas. Me encanta el horizonte del mar desde el Balcón de Mediterráneo apoyado sobre el hierro …. y las noches desde el mismo lugar. Me queda pendiente el amanecer desde ese mismo mirador, que espero que deje de estar pendiente en próximas visitas.
A veces tengo esa sensación de haber encontrado mi fuente de energía a orillas del Mediterráneo, y lo real es que estoy seguro de haberla encontrado. Recargando pilas con ese azul y esa luz o visitando lugares que te cuentan historias de nuestros antepasados pero que también materializan sueños que has tenido en el presente.
Reconozco que me ha salido un post un poco raro, me costaba hablar de nuevo de algo de lo que ya había hablado en anteriores ocasiones. La ciudad no solamente es su riqueza cultural, su clima, sus playas, su mar…. la ciudad son las almas que la habitan y la que hacen que un destino sea atrayente.
A modo de aviso, si alguna vez me pierdo, seguro estaré en el Mediterráneo… pero no en cualquier parte. En mi Mediterráneo.
Aquí os dejo para finalizar un video grabado durante la última edición de Tarraco Viva. Es corto y muy ilustrativo, a partir del minuto 8:00 me hacen una minientrevista.
Os veo en Tarragona!!!
